viernes, 15 de mayo de 2009
SOLIDARIDAD CON CARMEN
La normalidad (gulp)
Vuelve el Chupacabras
“Trastocar sutiles hilos”
Julio Hernández López
Las guerras de los cárteles políticos y del narcotráfico han entrado a sustituir al apocalipsis porcino fallido en la tarea de disimular, por la vía del escándalo, la crudeza de la crisis económica cuyos peores momentos aún están por venir, según advertencias de empresarios y comerciantes organizados, aunque el siempre optimista Agustín del Catarrito, secretario de Haciéndose, cree ver exactamente lo contrario, es decir, indicios de una pronta salida torera airosa.
Yendo ya más o menos de salida el shock de control social desatado a nombre de lo sanitario, el jefe de jefes, Carlos Salinas de Gortari, ha tomado el sitio principal del videoclip de narcocorridos al que el amenazable Miguel de la Madrid ha dado el pizarrazo de salida y cierre con sus declaraciones de viva voz, a las que luego dio reversa mediante letras de cuidado interés familiar. El enojo supremo del santo patrón de los priístas se debe a que con las recientes escenas de malsana intimidad tricolor gana importante terreno la estrategia del cartel blanquiazul para arrebatarle el control de la plaza denominada San Lázaro, que el priísmo ya daba por ganada y que le está siendo arrebatada mediante “acciones responsables”, como la vinculación propagandística del trabajo gubernamental de prevención de epidemias gripales con las candidaturas panistas y la acusación sostenida (la primera fase estuvo a cargo de Germán Martínez y sus videos en Internet) de que la nomenclatura tricolor está plenamente relacionada con el narcotráfico (pastel cuya gran cereza han sido las declaraciones del papá de Enrique de la Madrid Cordero, miembro en escala menor del gabinete de Felipe Calderón).
Pero, por otra parte, el hermano de Raúl ha subido la animosidad de sus incursiones mediáticas presuntamente correctivas de periodismos insumisos: de la aparición de las cartas chupacabras de un ente misterioso llamado “Oficina del licenciado Carlos Salinas”, que se aparecía en las redacciones de los diarios donde alguien osara criticar al antedicho licenciado, a la carta de visos preocupantes con que ha pretendido dar clases a Carmen Aristegui, en busca de desacreditar el ejercicio de una de las contadísimas figuras del periodismo electrónico que tiene bien ganada fama de honestidad, probidad y profesionalismo. El clima de desasosiego y confusión en que nuevamente Salinas es personaje central hace recordar los días aciagos en que de la violencia verbal se pasó a la física, cuando el sistema de complicidades gobernantes arregló con violencia sus cuentas internas. No está de más, pues, expresar desde aquí solidaridad a la periodista Aristegui y rechazo a las secreciones de peligroso enojo del antes mencionado jefe de jefes.
De la anunciada catástrofe sanitaria que acabó dañando a la economía mexicana, sólo quedan restos que luchan por sobrevivir en las páginas principales de los medios nacionales. Por ejemplo: la versión que la OMS no se atreve a desmentir, más que “por el momento”, de que el virus fue un accidente humano (que habría acabado sirviendo a la recuperación económica de las poderosas empresas farmacéuticas, agrega el autor de las presentes desconfianzas crónicas) y los resabios diplomáticos que permiten a Fidel Castro empujar aún más la espada de la duda y la desconfianza en el cuerpo ablandado del felipismo virulento.
El anunciado retorno a la normalidad se manifestó ayer con la aparición de ejecuciones, narcomantas (“Las familias son sagradas y se respetan”) y declaraciones oficiales guerreras. Aún no se llega a los momentos de mayor productividad en muertes por el narcotráfico (en un par de días fuertes se alcanzan más defunciones que en todas las semanas de influenza desatada), pero la “guerra” ha sido reinstalada, luego de una tregua sanitaria. El comandante Calderón recuperó el tono enérgico durante un discurso en Ciudad Juárez en el que dijo más o menos lo que ha venido diciendo en tiempos recientes, con el correspondiente discurso de lealtades y compromiso del secretario de la Defensa Nacional.
De lo dicho por el general Guillermo Galván Galván destaca el párrafo en el que asentó: “Sabemos que en la ejecución de misiones en este contexto no bélico pueden llegar a trastocarse los sutiles hilos del tejido social. Sin embargo, nuestro ánimo no es pendenciero ni faccioso; por el contrario, es comedido y disciplinado a los mandatos legales y a las expectativas de la sociedad”. En todo caso, señaló, hay un sistema de justicia militar que “de ningún modo ha pretendido escapar de la Magna Norma Jurídica. No es escudo protector de individuos o camarillas para convertirlos en inimputables (...) sugerir que este ámbito judicial se aparta o disocia del Estado, es percibir a la vertiente militar de manera equivocada”. ¡Ah, la normalidad va ganando terreno!
Astillas
Un lector, cuyo nombre no será citado, escribe: “Hace ya unos seis meses que Ciudad Juárez está militarizado. La realidad, distante de lo que se empeñan en mostrar los vendidos medios de comunicación, es que la inseguridad está muy lejos de disminuir. El fin de semana pasado, por ejemplo, hubo 19 ejecuciones de las cuales no se dijo nada en los medios nacionales. Siguen secuestros, asesinatos, robos con violencia y excesos de la policía militar, federal y estatal. Por otro lado, ¿cómo afectó la alerta de la influenza en los cruces internacionales? En nada, todo sigue tan normal como otros días y, cosa curiosa, en El Paso, Texas, ciudad hermana de Juárez, hay cinco veces más casos de influenza y las actividades siguen como si nada. Hay conciertos, funciones de cine, bares abiertos y escuelas con miles de niños corriendo y jugando. En uno de los países más paranoicos, por no decir que el más, no se tomó ninguna medida como en México. Extraño, ¿no lo crees?”. Y, mientras Marcelo Ebrard, que fundó el ya inexistente Partido del Centro Democrático con Manuel Camacho, declara rumbo a su candidatura de 2012 que actuará cargado a la izquierda y no al ideológicamente impreciso centro, ¡feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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