Ads 468x60px

Labels

Vistas de página en total

sábado, 23 de mayo de 2009

SALE MAS DEL " COCHINERO" PRIANISTA


Posadas Ocampo, 16 años de "silencio cómplice"



FELIPE COBIáN ROSALES
GUADALAJARA, Jal., 22 de mayo (apro).-


A dos días del décimo sexto aniversario del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el arzobispo Juan Sandoval Iñiguez confiesa que se siente perseguido y sólo en la búsqueda de justicia por la ejecución de quien fuera Arzobispo de esta ciudad.En mayo de 1993, Posadas Ocampo fue ametrallado en el aeropuerto internacional "Miguel Hidalgo" por presuntos sicarios del narcotráfico, aunque la convicción de su sucesor ha sido, a lo largo de ese tiempo, que se trató de un "homicidio de Estado". Junto con el prelado fueron ejecutados aquella tarde del lunes 24 otras seis personas, testigos directos de los hechos, entre ellos, su chofer. En declaraciones al órgano de la mitra metropolitana, el Semanario Arquidiocesano, el controvertido cardenal Sandoval Iñiguez asegura que su labor al frente de esta grey "ha sido difícil porque he enfrentado una persecución por parte de quienes participaron en el crimen, a veces abierta y otras solapada. "De parte de la sociedad en Jalisco he encontrado un silencio sepulcral; no sé si calificarlo como un silencio cómplice. Algunos jaliscienses hablan, pero ante los medios, en público, hacen como que no pasó nada", sostiene el pastor católico. Adelantó Sandoval Iñiguez que la misma que celebrará el domingo a las seis de la tarde en la catedral metropolitana será por el eterno descanso de su antecesor y también "por que se esclarezca la verdad. No hemos de cejar en el empeño de que la verdad sea dicha", y pidió a la feligresía que exija que se diga la verdad de los hechos de manera oficial. Esta no es la primera ocasión que el cardenal Sandoval se queja de persecución y presiones.Desde que asumió el arzobispado local hace cerca de quince años, él mismo y diferentes sacerdotes diocesanos han denunciado amenazas de secuestro y muerte contra el arzobispo. Sandoval mismo declaró haber sufrido un intento de envenenamiento hace más de diez años, cuando en una comida con funcionarios y políticos priistas en la Ciudad de México le dieron un tequila, "que no era tequila" --señalaría meses después--, y horas después se empezó a sentir enfermo. Regresó rápido a Guadalajara y al llegar fue hospitalizado de emergencia en el sanatorio Santa Margarita, donde hubieron de extirparle gran parte de su intestino. "Bravuconadas de Carpizo" En entrevista a principios de abril de aquel año (1999), luego de tener conocimiento –a través de otro obispo-- de algunas amenazas de muerte, el purpurado, reacio al principio, espetó sin darle mayor importancia al asunto:"Son puras bravuconadas de (Jorge) Carpizo", quien fuera procurador y secretario de Gobernación de Carlos Salinas de Gortari.Cinco años después, Proceso Jalisco (edición 71) obtuvo copia de la declaración ministerial de un amigo de la infancia de Posadas Ocampo, Ignacio Flores Ruiz, en la que narra detalladamente que tres semanas antes de su muerte, el arzobispo tapatío asistió a una reunión en Los Pinos "en la que le hicieron proposiciones indecorosas" para que no interfiriera en el trasiego "de prostitución y otras cosas", concretamente en el corredor Guadalajara-Tijuana, pues Posadas estaría dispuesto a hacer público lo que estaba ocurriendo en las esferas más altas. Asegura que cuando el arzobispo les dijo que ni él ni la Iglesia se prestarían a eso, se paró dando un manotazo sobre la mesa en torno de la cual estaban reunidos, aparte del presidente Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio, Manuel Camacho y José Córdoba Montoya, y salió enojado, por lo que el último le dio un portazo.Flores Ruiz dice que escuchó esa versión del propio Posadas Ocampo en la residencia de este último en Tlaquepaque, pocos días después de aquel agrio encuentro, concretamente el 5 de mayo de 1993.En su declaración ante el Ministerio Público Federal y la comisión interinstitucional creada para investigar el caso, Flores Ruiz dijo, casi 13 años después del múltiple homicidio en el aeropuerto, que luego de la propuesta indecorosa al pastor y su tajante rechazo, Posadas Ocampo le confesó que Córdoba Montoya "casi me quería cachetear, pues se sentía muy ofendido de mi actuación. Cogió la puerta y me la aventó detrás de mí".Horas antes que le confiara todo esto, el cardenal había asistido a una comida en la Casa Jalisco –la residencia oficial-- a invitación del entonces gobernador interino Carlos Rivera Aceves. Según las actuaciones, Rivera Aceves habría sido el conducto oficial para darle una última advertencia al cardenal, al que, a su regreso de la comida, vio "muy preocupado".Y detalló que ese estado de ánimo "se derivaba de una amenaza o ultimátum por medio del gobernador de Jalisco al señor cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo; que esto lo refiere ya que el cardenal le confió lo antes mencionado". La matanza Diecinueve días después, cerca de las 15:35 horas, cuando Posadas se aprestaba a bajar de su auto para que su chofer fuera a estacionarlo, varios sujetos armados con rifles de alto poder rodearon el vehículo, le jalaron la portezuela y abrieron fuego, acertándole 14 tiros a una distancia –según el Servicio Médico Forense-- de no más de un metro.A metros de distancia, en el mismo estacionamiento del aeropuerto, se habían apostado, desde temprana hora, varias camionetas con armas de grueso calibre y chalecos con los emblemas de la Procuraduría General de la República (PGR) y del Ejército.Minutos después de la ejecución, desaparecieron de la terminal aérea agentes de la Policía Judicial Federal y guardias privados. Pasaron cerca de cuatro horas para que las siete víctimas, incluido el cardenal, fueran levantados.El aeropuerto se cerró durante todo ese tiempo y sólo pudo salir –luego de la masacre-- un vuelo de Aeroméxico con destino a Tijuana en el que, después se sabría, huyeron los pistoleros.Esos y otros hechos han hecho decir a la Iglesia católica mexicana y, en especial a Sandoval Iñiguez, que se trató de un "crimen de Estado".De Salinas a la fecha, ningún titular de la PGR –incluidos los panistas Antonio Lozano Gracia, en el sexenio de Ernesto Zedillo, y Rafael Macedo de la Concha, ya con Vicente Fox— han aceptado tal versión y se sostienen en que la muerte de Posadas Ocampo fue "accidental"; que se debió a que estaba en el lugar equivocado cuando se suscitó una balacera entre dos bandas de narcos, al cruzarse, o que fue confundido con uno de ellos.No obstante, viajeros y familiares que fueron testigos de los hechos y que fueron entrevistados poco después de lo ocurrido, manifestaron desconocer algún enfrentamiento a tiros.Un testigo –estudiante entonces del ITESO-- declaró a este reportero que cuando llegó el cardenal los sicarios "fueron directo al Grand Marquis; uno de ellos jaloneó la puerta del lado derecho y, mientras disparaba a bocajarro, la sostenía con su propio hombro".

No hay comentarios:

 

Sample text

Sample Text

div

Sample Text

 
Blogger Templates