■ Se requieren cambios, pero en México no sobran maestros, coinciden
Debiera ser defensora, no sepulturera de la columna vertebral docente: expertos
La jornadaSin salir aún del estupor, académicos de larga experiencia en la formación de maestros para educación secundaria consideraron “inconcebible” el planteamiento de Elba Esther Gordillo de cerrar las normales públicas para transformar sus instalaciones en formadoras de técnicos en turismo.
“Ella, quien debiera ser la primera defensora de los maestros mexicanos, busca convertirse en sepulturera del normalismo nacional, que desde el siglo pasado ha sido columna vertebral de la educación”, señalaron Benjamín Cortés Valadés, secretario general de la delegación sindical de la Escuela Normal Superior, y Francisco Zúñiga, docente de esa institución, con más de 50 años dedicado a la formación de maestros.
El lunes pasado, durante la ceremonia de apertura del ciclo lectivo 2008-2009, Gordillo –con 19 años ya al frente del sindicato magisterial– pidió públicamente a Felipe Calderón: “queremos que las normales sean instituciones para técnicos en turismo, técnicos en actividades productivas”, a lo que no se hizo esperar la reacción de rechazo.
Muchos aspectos de ese sistema deberían ser revisados, admitieron Cortés y Zúñiga. Sin embargo, pretender su desaparición resulta inaceptable bajo todo punto de vista. En México no sobran maestros, faltan plazas para atender numerosos grupos de educación básica, y a eso debiera dirigirse el empeño de la representación sindical.
“Escandalizados” por que haya sido la propia presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) –quien ha manejado las plazas docentes como si fueran de su propiedad– quien hiciera la propuesta, indicaron que también les resultó inverosímil la aquiescencia de la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Josefina Vázquez Mota, hacia el planteamiento.
Abundaron en señalamientos contra el examen de oposición para el otorgamiento de plazas aplicado ahora como único mecanismo para tal fin, porque de entrada –dicen– se contrapone incluso legalmente a la ley de profesiones, pues si un maestro obtiene su título y cédula profesional, significa que está capacitado para desempeñarse como docente y, por tanto, no hay justificación para autorizarle laborar sólo después de aprobar la evaluación dispuesta por la SEP.
Igual que otros grupos especializados en la enseñanza y con juicios críticos muy similares en cuanto al examen, los maestros Cortés y Zúñiga denunciaron que los resultados tan adversos para la mayoría de los postulantes se debe al franco abismo entre los planes y programas aplicados en el aula y aquellos con los cuales se forman, por ejemplo, los docentes de la Normal Superior.
“Nosotros seguimos formando maestros para la enseñanza media con base en la currícula diseñada en 1999, mientras en las escuelas ya empezó el tercer año de aplicación de la llamada reforma a la educación secundaria (RES)”, y la autoridad nunca ha buscado hacer la alineación correspondiente.
Ante todo, censuraron el hecho de que la SEP tome en cuenta sólo la calificación obtenida en un examen (de opción múltiple, por lo demás), cuando la más elemental instrucción para un docente formador de maestros es no considerar sólo ese factor para promoverlos, por ejemplo, de nivel o asignatura, sino medir otra serie de factores, como su presentación y manejo de grupos.
Por separado, Carlos Ornelas, especialista en educación y cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana, consideró que la petición de Gordillo de “desaparecer” las normales públicas no busca mejorar la calidad de la educación, sino que es “una estrategia de la cúpula del SNTE para no perder espacios de poder que ahorita están amenazados por muchas cosas –como la disidencia–, aunque (ese poder) se está agrandando con la alianza entre Gordillo y el Presidente”. Además el especialista responsabilizó al sindicato magisterial del “fracaso del normalismo, que comenzó hace décadas, cuando los gobiernos priístas cedieron al SNTE el manejo de las normales”.
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