Policía federal, lo que faltaba
PROCESO
MÉXICO, D.F., 31 de octubre (apro).-
Hasta ahora, la Policía
Federal de Genaro García Luna había mostrado su lado oscuro por las
insistentes acusaciones de protección al narcotráfico y su
vulnerabilidad ante ataques sorpresa de los grupos armados de los
cárteles de la droga.
Pero el viernes, en Ciudad Juárez, se mostró
abiertamente como uno más de los signos autoritarios del gobierno de
Felipe Calderón: reprimió con disparos de arma de fuego una
manifestación de estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
(UACJ).
Los estudiantes protestaban, precisamente, por la presencia de las
fuerzas federales civiles y militares en su ciudad, donde ni el Ejército
ni la Policía Federal han logrado imponer la autoridad del Estado en el
que ahora es uno de los lugares más violentos del mundo.
Estudiantes aglutinados en el Comité de Universitarios de Izquierda
estaban en la onceava semana de protesta de lo que denominaron Kaminata
Kontra la Muerte, cuando un efectivo de la Policía Federal disparó
contra uno de ellos, identificado como José Darío Álvarez Orrantia, de
la Facultad de Sociología, en momentos en que realizaba una pinta.
La acción represiva no fue ninguna casualidad. En distintas ocasiones,
ese grupo estudiantil ha tenido confrontaciones con la Policía Federal y
el Estado Mayor Presidencial cuando Calderón se ha parado en Ciudad
Juárez.
De por sí grave, el hecho resulta todavía más preocupante porque
Calderón quiere hacer de esa policía un modelo nacional de seguridad
pública.
En el menor de los males, al balear al estudiante, el efectivo federal
demostró su falta de pericia en el manejo de la presión en situaciones
de protesta social. En el peor, confirmó que el combate al narcotráfico
se ha convertido en coartada para fortalecer el aparato represivo del
Estado contra la protesta social
.
No es el caso sólo de la Policía Federal. Es lo mismo que han hecho el
Ejército y la Marina, Armada de México, que junto con la Fuerza Aérea,
en este gobierno se han hecho llamar Fuerza Armada Permanente.
Punto central en la reforma a la Ley de Seguridad Nacional que promueven
los militares en el Congreso es que cuando el Ejército o la Marina
participen en labores de seguridad pública sean los jefes castrenses y
no la autoridad civil la que tome las decisiones, lo cual es todo lo
opuesto a un régimen democrático de derecho.
La que está llamada a cumplir esa función es justamente la Policía
Federal, comandada por un general de división, pero que responde a la
esfera de poder del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Ni los militares ni la Policía Federal han podido hacer frente a la
crisis de inseguridad. Ciudad Juárez es el más claro ejemplo. Primero,
Calderón inundó la ciudad con miles de militares que terminaron
repudiados por los abusos que cometían contra la población. Luego, los
sustituyó con la Policía Federal.
Los abusos de los federales resultaron
peor, tanto que ahora hay quienes en Juárez piden el retorno de los
militares. Así de desesperante está la situación.
En el colmo, la Policía Federal ahora dispara contra civiles, ya no como
víctimas en fuego cruzado en enfrentamientos con narcotraficantes, sino
como abierta y franca represión.
¿Será esto también una manifestación
del éxito de la llamada estrategia contra el narcotráfico?
Calderón exacerbó la violencia. Oficialmente se reconocen ya unos 30 mil
muertos. Y los próximos dos años prometen más. La ilegitimidad está
costando mucha sangre en México.
jcarrasco@proceso.com.mx
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