El mito de las alianzas triunfadoras
Arnaldo Córdova
LA JORNADA
Marcelo Ebrard dijo
hace unos días que las alianzas en el estado de México entre el PRD y el
PAN son la única garantía de que en las elecciones locales del año
próximo se vencerá al PRI y al cacicazgo que representa. Es lo mismo que
han venido diciendo Manuel Camacho y Jesús Ortega. Si vamos solos,
perderemos, si vamos en compañía de aliados y entre más sean éstos,
triunfaremos. La afirmación se formula de tal manera que no ofrece
alternativas de ninguna especie. ¿Por qué sólo en alianza con el PAN el
PRD podrá triunfar en el Edomex? Primero habría que ver si de verdad el
PRD triunfaría acompañándose con el PAN; luego, habría que ver qué es lo
que se negocia con el PAN y, finalmente, quién sería el candidato más
idóneo. Ebrard dijo, días antes, que ése, el de un candidato fuerte, era
el verdadero problema de las alianzas.
El primer asunto a discusión es el de la supuesta infalibilidad de
las alianzas y, en particular, en una entidad como el estado de México.
El planteamiento más modesto es que, si van solos en la elección, de
seguro se perderá; el más disparatado es que si se va en alianza con el
PAN, de seguro se ganará. Sobre el primero, no hay nada que objetar. La
maquinaria del PRI en esa entidad es de tal manera poderosa y
omniabarcante que resulta difícil, ya en lo general, imaginar que se la
puede derrotar. Con la reconquista que en las elecciones del año pasado
hizo de los antiguos reductos panistas y perredistas en el estado, su
capacidad de dominio se ha vuelto abrumadora. Todo depende, entonces, de
los objetivos que se puedan plantear, vale decir, qué se busca en la
lucha por el Edomex.
Todo mundo parece dar por un hecho que según resulten las elecciones
en ese estado en el 2011, así serán las de 2012. Pero, cuando se discute
la naturaleza de las alianzas, ese planteamiento se diluye para sólo
quedar la derrota necesaria e indispensable del caciquismo priísta. En
caso de que se diera, ¿creen, realmente, que derrotando al PRI en el
Edomex se obtendrá el triunfo en 2012? A veces lo plantean, pero no muy
en serio, porque lo que sostienen como prioridad es la derrota de Peña
Nieto. El objetivo de la lucha por el poder en aquella entidad, no cabe
duda, va a influir poderosísimamente en los resultados del 2012. Pero yo
me negaría a hacer derivar un resultado del otro.
Volvamos al planteamiento de Ebrard: todo dependerá del candidato que
se elija. Eso es de lo que las propuestas de Camacho y de Ortega no
dicen ni media palabra. ¿Qué candidato puede elegir la hipotética
alianza PRD-PAN? Si, en sus filas no hay nadie que pueda competir por
todos con éxito, ¿de dónde van a sacar los aliancistas un buen
candidato? Hay que recordar que en Oaxaca, Puebla y Sinaloa el candidato
fue un priísta reciclado, haciendo de Gabino Cué todas las excepciones
que se quiera. Ni el PAN ni el PRD están en condiciones de ofrecer un
buen candidato. Como dijera el viejo cacique Figueroa, la caballada está
más que flaca.
López Obrador ha exigido de los dirigentes del PRD que nos digan qué
es lo que han negociado con el PAN y, hablando en plata, con Calderón,
porque aunque éste se haga el tonto y diga que las alianzas con los chuchos le
sacan roña, él es el que ha decidido lo que el PAN está proponiendo. Es
necesario que se diga, aparte de que es necesario derrotar a los
cacicazgos priístas locales, sobre qué base se va a estipular la
alianza. A eso nadie parece prestarle atención, pero es vital para
cualquier partido. ¿A qué le está jugando cada uno de los aliancistas y
qué es lo que persigue? Ya el designar a un candidato viable es el
primer punto inevitable de un buen acuerdo para todos. De eso ninguno
nos ha dicho nada.
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