Calderón teje alianza PAN-PRD en 2012
Álvaro Delgado
Proceso
MÉXICO,
DF, 11 de octubre (apro).-
“Me da asco votar con el PRI”, proclamaba
Felipe Calderón cuando fue diputado federal panista por primera vez,
entre 1991 y 1994, y una de las razones se la confesó al veterano
priista Gustavo Carvajal Moreno: “Mi padre me enseñó a odiar al PRI”.
Eran tiempos en los que Calderón era un tipo astroso y
malhumorado, salvo cuando iba a misa y se perdía en la bohemia y la
trova con sus cuates del grupo “Mexicanto”, a los que ahora tiene en la
televisión pública en “El Tímpano”, el programa de la más exigua
audiencia de Canal 11 y cuyo director, Fernando Sariñana, tiene la
orden de mantenerlo al aire.
Aunque muy pronto Calderón le tomó sabor al PRI, en un
amasiato que prevalece desde Carlos Salinas, la herencia de odio de su
padre gravita, de vez en vez, en su comportamiento, particularmente si
él --que se reputa de panista de prosapia-- queda marcado con una
maldición: El regreso del PRI a Los Pinos.
Por eso, aunque también le dé “asquito” unirse al PRD,
Calderón ha planteado en su corte palaciega diversos escenarios que le
eviten la pesadilla de entregarle al PRI la Presidencia de la
República, y uno de ellos es que preferiría cederlo a Marcelo Ebrard,
tal como ha platicado Manuel Camacho Solís, el operador de las alianzas
articuladas conjuntamente en Los Pinos.
En esa trama se inscriben precisamente las alianzas PAN-PRD
en Hidalgo, Durango, Sinaloa, Puebla y Oaxaca en las elecciones de este
año, aunque sólo hayan resultado triunfadoras estas tres últimas con
candidatos expriistas, justamente con un perfil que Ebrard cumple y que
él mismo ya lo expresó públicamente como posible.
En un programa de Televisa, el miércoles 7, Ebrard consideró “muy
difícil” la alianza PAN-PRD en 2012, pero no la descartó: “Lo veo
claramente, eso va a generar urticaria, en el caso del PAN va estar
igual. Pero tampoco lo podemos descartar, porque hace un año si hubiera
dicho eso en Oaxaca me hubieran dicho ‘estás loco’, pero ocurrió”.
En efecto, la posibilidad de una coalición presidencial en
2012 está en los cálculos de Camacho con Calderón, quien --en un
embuste que nadie cree-- niega que sea el principal impulsor de las
alianzas, cuando todo mundo sabe que César Nava, el corrupto presidente
del PAN, no pudo haberlas materializado sin la orden de su jefe y
porque, además, todos los candidatos aliancistas pasaron por Los Pinos.
Pero, sobre todo, el plan de Calderón y Camacho --que se
ha convertido en el ideólogo de las corrientes perredistas de Jesús
Ortega y Amalia García-- pasa por neutralizar al principal obstáculo,
Andrés Manuel López Obrador, que por lo pronto ya descarriló la alianza
en el Estado de México, que de cualquier modo no tenía ninguna
posibilidad de éxito sin un candidato fuerte.
Calderón y Camacho saben que, aun con su vergonzante
cobardía, por negar que está detrás de las reformas que proscriben las
candidaturas comunes y permiten el flujo de recursos oscuros promovida
por sus testaferros del Partido Verde, Peña Nieto puede no sólo hacer
ganar al candidato priista a sucederlo en la gubernatura, cualquiera
que éste sea, sino llegar a ser presidente de la República.
Y aunque no tiene escriturado ningún triunfo, como lo
pregonan sus patrocinadores, Peña Nieto no es sólo un político que
capta votos por guapo, cualidad ampliamente explotada en televisión a
un costo multimillonario, sino sobre todo porque ha montado sobre el
aparato formal del poder público mexiquense, incluido el órgano
electoral, una estructura casi delincuencial.
Es ahí donde cobra relevancia el plan conjunto
Calderón-Camacho hacia el 2012: Como en el PAN no se aprecia que
crezcan los enanos, ni siquiera Heriberto Félix --la supuesta carta
oculta o “caballo negro”--, entonces se sumaría al aspirante mejor
posicionado para enfrentar a Peña Nieto, y ese es por ahora Ebrard.
El mecanismo para una decisión de esa envergadura sería lo
de menos, aunque la encuesta sería el instrumento más viable, y el
incentivo del PAN para justificarse sería, en primer lugar, anteponer
el interés nacional al partidista para evitar el regreso del
autoritarismo y que el país sea gobernado en una convergencia con la
“izquierda moderna”.
El plan implicaría, otra vez, eliminar o al menos aislar a
López Obrador, la obsesión de Calderón y sus vasallos perredistas, que
desde la campaña de 2006 eran ya sus informantes. Y en ese propósito se
inscribe la reactivación de la frase un “peligro para México”, que sólo
endulza el oído de la alta burocracia.
Uno de los escenarios de Calderón, sin embargo, es que se
mantenga el pacto entre Ebrard y López Obrador para que sea candidato
el que tenga mejores perspectivas de éxito, y entonces optaría por otra
de sus cartas ocultas, que no le funcionó para el Estado de México por
no contar con la residencia de ley: El empresario Alejandro Martí, que
además tiene ideología de derecha.
El único problema es que, por ahora, no quiere…
Apuntes
Los consejeros del IFE acudieron, muy solícitos, a Los Pinos para
invitar a Calderón a inaugurar el foro latinoamericano que conmemora el
20 aniversario del órgano electoral, la tarde de este lunes 11. Minutos
antes de la hora, Calderón avisó que no iría por la protesta de
extrabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que al
liquidarla, hace exactamente un año, echó a la calle a 43 mil personas.
Ya se verá si Carlos Salinas, otro de sus invitados de lujo del IFE de
Leonardo Valdés, resiste el repudio popular…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario