Astillero
■ Congelar la realidad
■ Oh, las contingencias
■ Lo espurio y lo legítimo
El dirigente de Concamin enfrió de inmediato la euforia del pequeño populismo de derecha desatado ayer en Los Pinos con un anuncio de presunto control de precios en 150 productos empaquetadamente “básicos”. Según la interpretación personal del ocupante de la Presidencia de la República, duraría todo el año la estabilización forzosa de precios en ciertos productos alimenticios. Pero el presunto firmante empresarial de ese minipacto, que mal recuerda los aires del echeverrismo y el lopezportillismo, rápidamente corrigió al patrono de Juan Camilo Mouriño y estableció que el compromiso de mantener ciertas etiquetas intocadas se sostendrá “siempre y cuando no existan contingencias extraordinarias en la economía nacional, con impacto en la planta productiva mexicana” (¡oh!). Además, la vigencia de la oferta en materia de aceites y grasas comestibles no será por lo que resta del año sino hasta el último día de agosto y, en el caso del trigo, hasta el último de julio.
El gerente del Instituto del Fraude Electoral impulsó a su vez el proyecto de congelación de dos palabras procesadas que provocan contingencias negativas en el deprimido ego de ciertos personajes sujetos a control social y difícilmente retiquetables (ni modo de quitarle una vocal a una palabra y dividirla en dos para que lo falso parezca genuino: no sería entonces espurio, sino “es puro”, según amable dictamen de los Laboratorios de Control Adulterado de Calidad V. Zurita). Cinco de nueve consejeros del antes mencionado bife electoral decidieron sancionar el uso del adjetivo “legítimo” en relación con Andrés Manuel López Obrador porque consideran que con ello se denigra y deprecia la figura de quien jurídica y formalmente se mantiene como ocupante de la Presidencia de la República desde diciembre de 2006.
En realidad, más se maltrata y en su pequeñez política se exhibe al presunto defendido con esos actos de litigable censura política que constituyen el máximo reconocimiento oficial de que no ha fracasado el difícil lance emprendido por AMLO de ejercer la denominación de “presidente legítimo” que una convención de sus seguidores le asignó y que en sus primeros días de vigencia animó a sus detractores a vaticinar un final político del tabasqueño entre el ridículo y lo caricatural que, según ha necesitado aceptar formalmente el tal IFE, no sólo no sucedió sino que ahora hay necesidad de extender una orden intolerante y, esa sí, ridícula, para que no se denomine de determinada manera a un personaje al que en todo caso el propio curso de lo político debería poner en un lugar de marginación y repudio, si tal fuera la circunstancia, pero no emisiones de autoritarismo hechas por desprestigiados consejeros electorales que pretenden controlar la realidad política como un presunto presidente quiere someter a su arbitrio precios volátiles.
También es difícil el pretender ocultar el pago que por favores recibidos se hace desde el poder a los coadyuvantes que navegaron en determinados momentos con banderas de “independencia” y “objetividad”. Un miembro distinguido, pero ahora escindido, del grupo de delincuencia política llamado los Niños Verdes, ha asumido la coordinación de proyectos especiales de la ¿muy legítima? Presidencia de la República; Bernardo de la Garza asestó un golpe de traición a Roberto Madrazo en 2006 –golpe que ni siquiera era necesario para dañar al ya entonces muy erosionado priísta–, cuando primero declinó con enjundia en favor de él la candidatura presidencial de cambalache que había construido el partido llamado ecologista y luego lo dejó colgado de la verde brocha, con el beneplácito del efímero tucán Calderón.
La misma figura ambigua y sugerente de la “coordinación de proyectos especiales” (todo o nada, según decida el jefe) ha sido asumida, pero en el comité nacional panista, por el querido cuñado del presidente de la legitimidad al 0.56 por ciento, Juan Ignacio Zavala Gómez del Campo, que deja sus oficinas en la española Prisa para asomarse a los terrenos impredecibles (¿o ya desde ahora predichos, y por ello se le abre camino?) de la política panista dominada por el esposo de su hermana Margarita.
Otro funcionario designado (léase lo referido líneas arriba sobre coadyuvantes con banderas de “imparcialidad”, sobre todo en foros electrónicos de opiniones controladas) es el académico Rafael Fernández de Castro, quien ejercerá oficialmente la función de asesor en asuntos internacionales de la recontrarchirrequete legítima presidencia calderónica. Y las armas de las buenas familias panistas de siempre se vuelven a vestir de gloria con la relección de Alonso Lujambio al frente del Instituto Federal de Arreglos con la Información, el ente de presunta transparencia que en los hechos, y gracias al papel desempeñado por el citado Lujambio, ha servido de constante tapadera de excesos y abusos del patrón Calderón (en contra de esa continuidad se manifestó el comisionado Juan Pablo Guerrero, que da solitaria y acosada pelea en ese terreno minado de pinos).
Astillas
Julio Vázquez, especialista en asuntos de prestaciones sociales de Hewitt Associates en México, pregunta, a propósito de las reacciones adversas a la convalidación judicial del cambio en el esquema de pensiones federales: “¿Por qué pagar de nuestros impuestos pensiones generosas a quienes nunca nos han atendido bien? Si se hace una encuesta sobre la opinión y la experiencia que los contribuyentes y el público en general tienen sobre la burocracia, se vería el gran maltrato del que hemos sido víctimas. Aún así, ¿merecen estas personas un régimen tan injusto como el acceder al 100 por ciento de su último sueldo como pensión, cuando los expertos y consultores recomiendan un 75 por ciento como suficiente? ¿No se conforman con sus jugosos aguinaldos y sus ventajosas condiciones de trabajo? ¿No es suficiente con su pésimo trabajo?”… Y, mientras la movilización cívica jalisciense se fortalece luego que el patronato del santuario de los mártires cristeros fue obligado por la presión social a devolver la macrolimosna del gobernador piadoso, ¡hasta mañana, en esta columna anticongelante!
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