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martes, 11 de noviembre de 2008

SAN CAMILITO NOS AMPARE....ASÍ SEA


México SA

Carlos Fernández-Vega

■ Ni las tragedias motivan a corregir excesos
■ El representante personal de La Ardilla

Pues nada, que ni las tragedias ni los “héroes” lo motivan a enderezar el barco, a sacar la escoba y a corregir sus excesos. Por el contrario, del íntimo Cid de los contratos petroleros pasó –luto riguroso de por medio– a palomear al representante personal de La Ardilla, otrora enemiga acérrima del cada día más solitario inquilino de Los Pinos, y hoy felizmente instalado en el gobierno de la “continuidad” al frente de la política interior. ¡Felicidades!, porque si las cosas siguen por ese rumbo nada extraordinario sería que la Coordinación de Asesores del flamante Secretario de Gobernación recayera en La Paca.
Funcionario litigante, abogado de los mil pleitos ganados con el sudor de su fuero y defensor de la elite entre la elite, Diego Fernández de Cevallos, La Ardilla, impuso heraldo en Bucareli ante la imposibilidad (sería “políticamente incorrecto”) de que él mismo se aposentara en la silla principal del Palacio de Covián. Así, por el bien de la nación, Fernando Gómez Mont y Urueta, en nombre del queretano, sustituye al “insustituible” (Calderón dixit) “bienaventurado” Juan Camilo Mouriño.
Y si Iván se sirvió con la cuchara grande, esperen los resultados de la camada que llega. Así es. La gobernación del país en manos de políticos litigantes, de abogados de grandes empresas y mayores intereses, asociados a los grandes “fracasos” de la impartición de la justicia y los barones del dinero que permanentemente la zancadillean.
Las cartas de presentación del nuevo heraldo en Bucareli hablan por sí solas: Fernando Gómez Mont fue abogado defensor de cuando menos los siguientes personajes de la siempre nítida e incorruptible clase política y empresarial del país: Carlos Cabal Peniche, El Rey del Amparo, presidente de Banco Unión y del Grupo Financiero del mismo nombre, el “empresario modelo” de Carlos Salinas de Gortari, quien en México nunca pisó la cárcel no obstante el cúmulo de denuncias en su contra, en especial la relativa a defraudación fiscal por algo así como 4 mil millones de pesos; Jorge Lankenau Rocha, presidente de Abaco Grupo Financiero (Banca Confía, en la que también participaron, entre otros, Fernando Canales Clariond, Eduardo Leaño, Alejandro Junco de la Vega y José Maiz García, suegro de Natividad González Parás, gobernador de Nuevo León), preso ocho años por los delitos de fraude, defraudación fiscal y violación a la Ley de Instituciones de Crédito; Óscar Espinosa Villarreal, ex regente del Departamento del Distrito Federal, acusado de peculado y desvío de 420 millones de pesos del erario capitalino.
Además, Rogelio Montemayor Seguy, presunto operador del Pemexgate, quien habría favorecido financieramente la campaña electoral de Francisco Labastida Ochoa por la Presidencia de la República; Gerardo de Prevoisin Legorreta, ex “hombre fuerte” de Aeroméxico (“lo fui por instrucciones de Carlos Salinas de Gortari”, según su propia declaración), que en su momento aceptó haber destinado –de manera ilegal y no precisamente de su bolsillo, sino de la aerolínea– millonarias sumas de dinero a la campaña electoral de Ernesto Zedillo por la Presidencia de la República (por aquellos tiempos, entre los accionistas de Aeroméxico aparecían Pedro Cerisola, entonces oficialmente empleado de Carlos Slim; Carlos Abedrop Dávila, ex presidente de los banqueros; Enrique Robinson Bours, Bachoco, y los hermanos coraje Gastón, Enrique y Pablo Azcárraga Andrade, hoy en Mexicana de Aviación, reprivatizada por Vicente Fox tras una década de “rescate”.
Algo más en la agenda laboral de Gómez Mont y asociados: la defensa de Carlos Salinas de Gortari y su hermano “incómodo”. A lo anterior se suma el caso del ex delegado panista en Álvaro Obregón, Luis Eduardo Zuno Chavira, hoy preso por tráfico de armas, y el del presunto defraudador del Instituto Mexicano del Seguro Social, Tomás Peñaloza Webb.
Sin duda habrá más personajes que se quedan en el tintero, pero una estrellita de Gómez Mont que no puede ser desestimada en el presuroso cuan deslucido anuncio de ayer en Los Pinos: cercano a Calderón en la crisis poselectoral de 2006, el ahora Secretario de Gobernación “aportó ideas y recursos” al michoacano para sortear –“haiga sido como haiga sido”– el resultado en el tribunal electoral, dejando para mejor ocasión la recomposición de la credibilidad en el proceso y en el michoacano.
Otro dato especialmente atractivo en el currículum del nuevo inquilino de Bucareli es que en el gobierno zedillista Gómez Mont fue destacado asesor y trabajó con otro ilustre personaje de las privatizaciones, las trasnacionales y los grandes negocios a costillas del erario, es decir, Luis Téllez, hoy secretario de Comunicaciones y Transportes, a la par que vocero del “accidente”, sin olvidar la cercanía operativa en la Procuraduría General de la República en tiempos de Antonio Lozano Gracia y, por añadidura, de La Ardilla.
Lo mejor del caso es que el heraldo de Diego Fernández de Cevallos llega de buen humor (cómo no) a sentarse en Bucareli, y comenzó su actuación con un buen chiste: “soy un hombre sin grupo político”. La Ardilla, pues, ataca de nuevo, obvio es que “sin mezquindades” (Calderón dixit).
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