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lunes, 12 de octubre de 2009

LA VERDAD ATRAS DE LA " REQUISA "



La fibra óptica de Canales y Martens

Federico Arreola

“Los grandes males solo lo son de verdad cuando no desencadenan grandes remedios”, dijo el domingo, en El Mundo, el periodista español Pedro J. Ramírez. Su columna se tituló “El pescado de Moctezuma”. Sí, el famoso pescado fresco que, según Bernal Díaz del Castillo, le llevaban a diario desde Veracruz, corriendo en relevos, cientos de esclavos al emperador azteca para que lo disfrutara en su casa del centro histórico capitalino.
Leyendas al margen, el gran mal de liquidar en sábado, a media noche y con un brutal operativo policiaco, a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro dejando en el desempleo —por más que se les indemnice— a decenas de miles de trabajadores, no parece que vaya a desencadenar un gran remedio ni para ese ni para ningún otro problema nacional.
Si la desaparición de LyFC y del Sindicato Mexicano de Electricistas no resuelve nada, y si además, como parece inevitable, provocará un enorme conflicto social, ¿para qué la promovió Felipe Calderón? La única explicación disponible la ha dado la revista Proceso esta semana, aunque en honor a la verdad es justo decir que la había anticipado en
www.sdpnoticias.com Víctor Hernández: la explotación comercial de la red de mil 100 kilómetros de fibra óptica de esa empresa.
Dos empresarios regiomontanos, Fernando Canales Clariond y Ernesto Martens Rebolledo —este último nacido en Veracruz, pero residente desde hace décadas en Monterrey— obtuvieron al finalizar el sexenio de Ernesto Zedillo, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en la que trabajó el actual secretario del Trabajo, Javier Lozano, una concesión para explotar la mencionada red.
Pero si Canales y Martens —dos hombres de negocios a los que aprecio y respeto— no han podido instalar la fibra óptica se ha debido a la oposición del SME.
Como Canales y Martens fueron ambos secretarios del gobierno de Vicente Fox, como Lozano (el verdugo del SME) trabajó en la dependencia que les dio la concesión y como ambos empresarios gozan del prestigio de ser personas honorables, muy pronto tendrán que dar la cara para explicar el rol que desempeñan en la historia, que podría terminar en tragedia, de LyFC.
Porque si Fernando Canales y Ernesto Martens no son los culpables, entonces hay que buscarlos en otra parte. Tal vez en la intención del gobierno federal, todavía oculta, de privatizar la electricidad en el DF, lo que, en mi opinión, generaría un conflicto político simplemente incontrolable.

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