Minimiza Calderón las matanzas contra civiles
90% de los homicidios se cometen entre criminales, dice el Ejecutivo
Claudia Herrera e Israel Rodríguez
Periódico La Jornada
Sábado 17 de abril de 2010, p. 2
Los civiles inocentes sorprendidos en un fuego cruzado “son realmente los menos”, porque 90 por ciento de los homicidios se cometen entre los propios criminales y no llega a 5 por ciento las muertes de soldados o policías en México, aseguró el presidente Felipe Calderón.
Tras la racha de asesinatos de civiles en Chihuahua, Nuevo León, Durango y Guerrero, el michoacano señaló ayer que son lamentables y “penosos” los casos perpetrados últimamente, pero su número es inferior respecto a la estadística total y son todavía mucho menos las muertes de turistas.
Reunido con empresarios del sector turístico de diversos países, pidió tomar “con la objetividad posible” la situación de la violencia en México, e incluso reconoció que el país tiene un problema de imagen, y no como “algunos malintencionadamente me tomaron estas palabras”.
Después de inaugurar el Virtuoso Simposium 2010 en el hotel St. Regis de la ciudad de México, Calderón invitó a los asistentes a formularle preguntas. Para ello aludió al “título de aquella célebre película norteamericana de los 70: Todo lo que usted siempre quiso saber sobre México, pero temía preguntar. Es el momento de saberlo”.
Inexplicablemente las dos personas que tomaron la palabra no aludieron a la inseguridad en el país, y mejor solicitaron al Presidente su opinión sobre la regata deportiva y la oferta cultural en la ciudad de México.
El mandatario tuvo que incluir el tema, y reconoció que la violencia preocupa a los turistas, en particular las noticias cotidianas acerca de muertes violentas, pero aclaró que son resultado de las batallas entre los cárteles por la defensa de ciertos territorios, lo que ha causado una situación de inestabilidad interna en esos grupos.
“Pero más de 90 por ciento de esos homicidios y ejecuciones, según lo hemos venido catalogando, obedecen precisamente a la lucha de unos cárteles contra otros, es decir, no son ni siquiera acciones, ha habido muchos soldados, muchos policías caídos en cumplimiento de su deber, pero éste es un porcentaje que no llega, por ejemplo, a 5 por ciento de esas muertes.
“Y son mucho menos todavía, aunque los ha habido por desgracia, y lo lamentamos, algunos civiles alguna vez atrapados en el fuego cruzado entre los delincuentes o policías con delincuentes, pero son realmente los menos, aunque los casos son muy penosos para nosotros como los habidos últimamente.”
Con ello pareció aludir a asesinatos de civiles cometidos en semanas recientes: de dos estudiantes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, de cuatro personas en Acapulco, Guerrero, y de dos niños atacados por soldados.
Sugirió a los empresarios que en su análisis consideren a México con objetividad, y volvió a citar estadísticas que ubican a Jamaica, República Dominicana y ciudades como Washington, Nueva Orleáns y Río de Janeiro por encima de México en cuanto al índice de muertes violentas. También insistió que los brasileños no hablan mal de su país.
Admitió que México tiene ciudades problemáticas como Ciudad Juárez, pero aseguró que la nueva estrategia anticrimen empieza a dar resultados “poco a poco”, lo cual se corroborará en las cifras de abril.
Mencionó que Yucatán, Campeche y quizá Quintana Roo tienen tasas de homicidios equiparables a las de países europeos, de cinco asesinatos por cada cien mil habitantes.
En su intento por convencer a los empresarios turísticos sobre los atractivos de México, los invitó a visitar la exposición del pintor “(Henri) Matisse” en el Palacio de Bellas Artes, pero tras ser advertido por sus colaboradores de que el dato era erróneo lo corrigió minutos después y aclaró que se trataba de René Magritte.
Al promover las zonas arqueológicas de México, recordó que la ciudad de Teotihuacán “empezó a construir sus pirámides justo cuando Jesucristo estuvo en este mundo, en el año cero”, y que los conquistadores españoles tuvieron el “mal gusto” de destruir la vieja ciudad de los aztecas para construir una de las urbes “más imponentes del siglo XVI en América”.
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