Los talk show del ocaso telegénico
Jenaro Villamil
PROCESO
MÉXICO, D.F., 25 de enero (apro).-
PRIMERA ESCENA: Emilio
Azcárraga Jean, en entrevista con Joaquín López Dóriga en Canal 2,
presumió que en 2011 su empresa impulsará una “Iniciativa México
recargada”, en referencia quizá involuntaria a la serie de películas Matrix.
El dueño de Televisa advirtió que irán en busca de “los héroes
anónimos”, y que para este año Iniciativa México tendrá “más asociados”
entre los medios de comunicación e instituciones académicas.
También anunció que regresará el programa cómico El Privilegio de Mandar, el
mismo que durante 2005-2006 sirvió como pasarela para promover a los
políticos-clientes del monopolio televisivo y burlarse de aquellos que
no estaban en su agenda de compromisos publicitarios.
Ante preguntas cómodas, Azcárraga Jean ofreció una visión idílica del
compromiso de su empresa “con México”, que constituye “una plataforma
muy clara a favor del país”. No abundó sobre el estreno de su talk show estelar, Laura de América, pero insistió que Televisa trabajará más por una “televisión de valores”.
SEGUNDA ESCENA: Laura Bozzo estrenó el mismo lunes 24 la edición de su talk show. El programa es una
ensalada que mezcla melodrama, gritos, regaños, supuestos casos reales,
“asesoría psicológica”, pero, sobre todo, propaganda nada velada a la
Fundación Televisa, a los “héroes” ciudadanos que reciben la andanada de
la demagogia de esta conductora.
“Debes comprar los libros de valores de la Fundación Televisa”, le
ordenó Laura a uno de sus invitados. En la edición de este martes, la
peruana mezcló el tema de la violencia contra las mujeres con el de los
hijos abandonados y las drogas. Se proclamó enemiga de la violencia
contra las mujeres, pero presumió a gritos su violencia verbal: “¡Una
mujer que abandona a sus hijos es una porquería, es basura!”.
La señora que se autohalaga como defensora de los pobres y de las
mujeres no se inmuta para humillar a los invitados, para recetarles todo
tipo de invectivas y de violencia verbal, para simplificar supuestos
casos truculentos de la vida real, como lo hizo en Perú, durante los
tiempos de Alberto Fujimori.
En la casa de enfrente, en TV Azteca, la
cantante-bailarina-conductora cubana Niurka se empeña por hacer del
escándalo una forma de competir con la misma baja calidad al talk show de Bozzo. Ambas parecen responder a un guión oculto: evitar cualquier politización de los temas y vampirizar las vidas ajenas.
Ambas juran que son una reedición mexicana de Ophra, la exitosa conductora de talk shows estadounidenses. Estos talk shows
son ediciones de un circo predecible, impostado, con demagogia
telegénica. Constituyen el ocaso de un género televisivo que se ha
utilizado en exceso para engañar a las audiencias. El truco es tan obvio
que ya ni siquiera divierte.
TERCERA ESCENA: En el programa conducido por Carmen Aristegui en MVS, la conductora Martha Susana, quien dirigió otros talks shows para
Venevisión, asociada a Univisión, denunció este martes que por órdenes
de “altos mandos” de Televisa y de TV Azteca, esta última empresa
canceló el plan para que ella condujera el programa que ahora tiene la
cubana Niurka.
Martha Susana no sólo habló con coraje. Denunció con detalle la trama del engaño que caracteriza a los talks shows en
los programas dedicados a audiencias hispanas (en Univisión, Televisa,
TV Azteca, Venevisión). Relató que ella descubrió que cuatro testimonios
eran “arreglados”, es decir ficticios. En Venevisión contrataron a unos
actores para que simularan un exhibicionismo emocional truculento.
La conductora, entrevistada por Aristegui, descorrió el velo de una
cortina que el control duopólico de la televisión comercial pretende que
se mantenga oculto en México: TV Azteca acabó doblegándose ante
Televisa para no contratar a una conductora que, por lo menos, no iba a
hacer un circo mezclado con propaganda ideológica y política.
Es predecible que el duopolio le recete un linchamiento mediático a
Martha Susana para que su denuncia se oscurezca. En el mejor de los
casos, la van a ignorar y censurarán en sus múltiples espacios
televisivos y radiofónicos cualquier referencia a su caso.
CUARTA ESCENA: El problema es que la violencia verbal que caracteriza a los talks shows ha
sido interiorizada por los voceros de ambas televisoras para criticar,
amedrentar y amenazar a todos aquellos críticos o periodistas que osen
cuestionar sus pactos.
Una demostración lamentable de ese macartismo se leyó en sendas cartas enviadas al periódico Reforma, el
pasado lunes 24, para desmentir al columnista Miguel Ángel Granados
Chapa. El periodista asumió su error al dar por buena una versión
extraoficial sobre la posible compra de Iusacell –perteneciente a Grupo
Salinas– por parte de Televisa. Lo hizo con valentía, de cara a sus
lectores y en su programa en Radio UNAM.
Granados Chapa demostró lo que todos los informadores sabemos: que el
periodismo no es una ciencia exacta, que todos podemos cometer errores.
Sin embargo, parece que el error era lo que esperaban Televisa y Grupo Salinas para aplicarle una serie de ataques al autor de Plaza Pública, la columna diaria más reconocida en el periodismo impreso.
Como si los comunicados los hubieran redactado los guionistas de
Laura Bozzo y Niurka, el desmentido de Televisa regaña a Granados Chapa:
“Si el señor Granados Chapa hubiera tenido el profesionalismo de
consultar a las empresas y personas citadas en su artículo, seguramente
lo hubiera redactado de forma distinta”. No basta el desmentido, hay que
regañar.
Pero el que se luce es el Grupo Salinas. Acusa a Granados Chapa de
difamar, de mentir, de burlarse de un grupo de “destacadísimos
pensadores mexicanos” que se opusieron a la reforma electoral de 2007 y
de “abusar” de la libertad de expresión.
¡Este es el tono del talk show disfrazado de desmentido! Y
sus voceros oficiosos, como Carlos Marín –quien seguramente nunca se ha
equivocado en sus columnas y notas periodísticas– califica en Milenio Diario a Granados Chapa de “timador contumaz”. ¡Qué tal!
Ese mismo día, la Canitec –organismo que publica desplegados para
beneficiar siempre los intereses de Televisa– le recetó una serie de
invectivas al presidente de la Cofetel, Mony de Swaan. El pretexto fue
la posible modificación del título de concesión a Telmex para que preste
servicios de televisión restringida.
Canitec regaña a De Swaan –como no lo hizo en otros casos polémicos,
entre ellos la licitación 21. Afirma que el presidente de Cofetel hizo
declaraciones “ligeras e irresponsables”.
No queda claro si la ira de Canitec y de Televisa contra De Swaan
tiene su origen sólo en el caso de Telmex o en su posición a favor de
licitar una tercera y cuarta cadena de televisión, posibilidad que
afectará los intereses del duopolio.
Este es el México de los “valores”, de los “héroes” y, por supuesto, del talk show decadente que ambas televisoras buscarán promover en 2011 como parte de su Iniciativa.
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